Si bien es cierto el dolor es importante en nuestra vida para poder saber que estamos enfrentando una situación de daño físico, también es cierto que muchas personas pasan su vida afectadas por dolores crónicos que la ciencia no logra eliminar. Y es ahí donde la mayor importancia de la psicoanestesia se percibe en su totalidad.
El dolor podemos definirlo como una experiencia de origen sensorial y emocional no agradable, relacionada a un posible daño en el cuerpo de la persona.
Esta experiencia del dolor viene acompañada de una respuesta bioquímica biológica. Es decir, nuestro cuerpo se llena de químicos y transmisores neurales que permiten la percepción ampliada o reducida del dolor.
Las emociones que genera nuestra mente ante la percepción de dolor influyen positiva o negativamente en el incremento o disminución de este.
El dolor que una persona siente en su cuerpo es el resultado de dos procesos : el proceso Somatocortical y el Corticocortical.
Somatocortical: Es el que proviene de las terminaciones nerviosas de la periferia de la piel u otros tejidos que producen un impulso eléctrico o señal nerviosa que se desplaza por el sistema nervioso hasta llegar a la corteza cerebral.
Corticocortical: Es el que se origina en el pensamiento negativo que tiene la persona ante la experiencia que va a enfrentar.
Por lo tanto la intensidad del dolor es igual a la suma de estos dos procesos:
MI DOLOR = DOLOR SOMATOCORTICAL + DOLOR CORTICOCORTICAL
Cuando ingerimos un químico en forma de anestésico o calmante del dolor, este busca bloquear la comunicación de la primera neurona (la que se encuentra en la zona del dolor) antes de que esta comunique (sinapsis) la información de dolor a la siguiente neurona, llevándola hacia el cerebro.
Por lo tanto la anestesia o calmantes solo actúan sobre el Dolor Somatocortical (físico). Es por ello que a algunas personas por más que les inyecten doble ración de anestésicos, estos no le hacen efecto. Y esto se debe a que el proceso Corticocortical (emocional) no es influenciado por los anestésicos, y por ello el dolor no se detiene o vuelve reiteradamente, día tras día, experiencia tras experiencia.
La Psicoanestesia en cambio actúa directamente sobre ambos dolores. Mediante las técnicas aplicadas en los talleres la persona aprenderá, desde el primer día, a cambiar la bioquímica de su cuerpo con lo cual evitará que el sistema nervioso envíe las señales de dolor (sinapsis), eliminando de esta forma el Dolor Somatocortical y aprenderá a cambiar sus emociones ante el dolor combatiendo de esta forma el Dolor Corticocortical. Es decir ambos dolores disminuirán, logrando de esta forma un proceso limpio y sano de anestesia.
Lo maravilloso de la Psicoanestesia es que no solo elimina el dolor, sino que también logra disminuir o bloquear el sangrado en las heridas, al mismo tiempo que activa el proceso de autorecuperación del cuerpo, debido a que disminuye la acción del Sistema Nervioso Simpático, principal causante del dolor, de la lenta cicatrización de las heridas y de las enfermedades infecciosas (mayor detalle se brinda en los talleres).
La Psicoanestesia es una maravillosa capacidad que nos permite inmunizarnos del dolor a través del uso de nuestras propias facultades mentales.
Debemos tomar conciencia que el dolor agudo es importante para prevenirnos de un daño físico, pero el dolor crónico no es necesario en nuestras vidas. Con la psicoanestesia podremos combatir ambos dolores, manteniendo siempre la conciencia de que debemos buscar la causa que ocasiona el dolor y trabajar en eliminar esa causa de nuestras vidas.
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