La autoestima está en el centro de nuestro psiquismo, asociada a un mejor rendimiento personal y con la vitalidad.
La autoestima puede deteriorarse por los mil acontecimientos de la vida diaria. La práctica de la terapia psicológica nos demuestra que sin autoestima los humanos nos hundimos en la indefensión y en la miseria.
El juicio que emitimos sobre nosotros mismos, afecta al corazón mismo de nuestra existencia. Es más importante lo que nosotros pensamos de nosotros mismos que lo que los otros puedan pensar de nosotros.
Crea seguridad y hace que la persona perciba el mundo como amable, accesible y fuente de felicidad.
La autoestima correlaciona positivamente con la capacidad para conseguir lo que nos proponemos y con el sentimiento de felicidad. La capacidad de colaborar, de ser benevolentes y tolerantes, de tener unas relaciones respetuosas y justas al tiempo que gratificantes es fruto de una autoestima adecuada.
La autoestima no es un lujo sino una necesidad porque su valor de supervivencia resulta evidente
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